Lo cotidiano toma textos escritos, construye relatos e imagina recorridos, lee mapas, encuentra lugares, genera espacios, construye aventuras y les da sentido propio... Pero, existe una dosis de realidad donde lo cotidiano se transforma en lo extraordinario, donde las tareas casi mecánicas se cubren de un gran mérito y los pequeños logros son bálsamos para las horas muertas impuestas por la limitación.
Crear historias, retratar la vida diaria, mostrar cómo me muevo o donde vivo forma parte de evidenciar el invisible cotidiano.