Siempre es ayer.
Tardé 21 días en hacer la primera foto desde que comenzó la cuarentena.
Necesitaba reacomodarme, guarde la cámara por un tiempo y me dispuse a entregar los últimos trabajos, ordenar archivos, volver a mis proyectos personales, imprimir, editar en papel, escribir…
Sin embargo extrañaba los encuentros, el ritual de tomar unos mates, charlar, escuchar historias, y luego hacerlas imágenes.
¿Podrían hacerse virtuales?, me pregunte.
Comencé a investigar, pero todo era muy tecnológico, había que bajarse apps o hacer que otro dispare en modo remoto y no se parecía a lo que tenía en mi cabeza.
Yo quería hacer las fotos con mi cámara, elegir cuando disparar o donde haría foco y sobre todo, sentir de nuevo esa hermosa sensación de esperar la imagen, de saber que está por llegar.
La llame a Sofi, fiel compañera de muchos encuentros y búsquedas compartidas, le explique mi idea y le propuse probar esa misma tarde.
Era hora de probar.
Acomodó su celular para tener un buen ángulo y una linda luz natural, eligió la música, comenzó a moverse por todo el espacio, y si, sucedió una vez más, Sofi conto su breve relato, yo, esta vez a través de una pantalla, la acompañe con mi mirada.
Así nació siempre es ayer, que nos vincula más allá del lugar físico, de la distancia o del país donde nos encontremos, un proyecto que invita a seguir en movimiento, juntxs, emocionados, mirándonos a los ojos.
A este momento, desde el 9 de abril, llevo 31 encuentros, en 16 ciudades de 11 países. realizando fotos en movimiento r a bailarines y bailarinas con mi cámara a la pantalla de mi computadora a través de Zoom.
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