Las pistas, los aviones y todo lo que se desarrolla a su alrededor para que podamos surcar los cielos siempre me atrapó. Quizás sea porque mi nonno viajaba a menudo a Italia y me recuerdo muy pequeña saludando aviones y mirando al cielo esperando su regreso. Quizás sea un embelezamiento que le sucede a mucha gente alrededor del mundo o quizás solo a unos pocos. Hay quien padece los aviones en todas sus formas y quienes los disfrutamos en cada minuto, en cada vuelo, de principio a fin. No cambio la ventanilla por nada del mundo y creo que a pesar de los drones y las nuevas tecnologías, no existe mejor vista que sentarse y mirar con nuestros propios ojos cómo las alturas nos sorprenden.
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